Élise es una joven de veinte años reservada y modesta que apenas si se preocupa por tener una vida propia, subyugada como está por la relación maternal y protectora que la une a su hermano pequeño. Los dos son huérfanos y llevan una existencia precaria pero tranquila junto a su abuela en Burdeos. El hermano, buscando otros horizontes y dispuesto a iniciarse en la vida militante a toda costa, se traslada a París. Élise le sigue los pasos y conseguirá un empleo en la cadena de montaje de una fábrica de automóviles, donde comienza a ser consciente de la vida de verdad: la exigencia productiva implacable para satisfacer un incipiente consumo de masas;la tensión racial entre, por un lado, los trabajadores franceses y, por el otro, los inmigrantes argelinos, marroquíes o españoles;la dificultad de desenvolverse en la gran ciudad y sus periferias, cuya presencia es tan desasosegante y solitaria a veces como fascinante otras. En la fábrica entra en contacto con Arezki, un compañero argelino que sufre, como la mayoría de sus compatriotas, el trato arbitrario y desconsiderado de los patronos y de la policía, que ve en todos los argelinos de París células subversivas de apoyo a la independencia, por la que en ese momento se libra una cruenta guerra (corre el año 1957). Poco a poco y en secreto, la distancia de sus respectivos mundos se reduce hasta diluirse en una arrebatada y emocionante historia de amor. Nacida de la propia experiencia de la autora en un entorno laboral parecido al de la protagonista, esta conmovedora novela retrata como pocas la condición de los estratos menos favorecidos de nuestras sociedades. Al igual que en otras de sus ficciones, Claire Etcherelli pone en pie, con habilidad y sin maniqueísmo, un personaje femenino de clase obrera al que dota de complejidad y sutileza. Su forma de abordar cuestiones como la xenofobia o la explotación laboral invitan, hoy más que nunca, a la reflexión. Su compromiso y sus preocupaciones cívicas no hacen sino potenciar la dimensión artística, el aliento poético y la extrema sensibilidad que Etcherelli le infunde a su literatura.