Los acontecimientos de 1898, con la pérdida de Cuba, Puerto Rico, Filipinas y las otras posesiones del Pacífico, sumieron a España en un abatimiento del que hoy no hemos salido todavía, adormecidos por intereses espurios que han borrado de la memoria colectiva, no sólo los hechos que no ocupan, sino la grandeza de España, que a lo largo de los siglos XVI a XVIII fue garantía universal del bienestar de las gentes. La gestación de lo que llegaría a ser nuestra actual postración tiene sus inicios en el siglo XVIII, y la consecución de todos los objetivos tuvieron efecto a lo largo del siglo XIX, siendo el desastre del 98 la puntilla definitiva. La maestría desarrollada para la consecución de ese fin posibilitó que el propio pueblo español asumiese como verdad la leyenda negra que durante siglos había sido lógicamente despreciada, y con esa visión anti histórica se dio paso a la aceptación de todos los males que consiguientemente acabaron desmontando en su totalidad a la nación que había sido garante de la vida y de la prosperidad. Con esa situación, fueron los propios responsables de la política española, servidores de los enemigos de España, quienes ocasionaron el desastre del 98 Como también fueron ellos quienes gestaron la separación de toda América ochenta años antes. Pero a pesar de todo, no está todo perdido. Es hora de conocer los pormenores. Tal vez, sólo tal vez, conociendo los pormenores seamos capaces de revertir esos hechos.