Habla Víctor Vázquez de metales en estos versos. Enlaza así con su poética anterior, de delicadeza heridora de anzuelos. Herrumbre, escamas de dureza metálica, armaduras sobre la piel. También pronuncia un osario que recubre los tejidos blandos que son el yo, el cuerpo amado y el poema. Sin embargo existe, en las córneas de este Valeria o el vértigo, el metal que se escinde sin aristas en la maleabilidad de su fórmula. Mercurio. Azogue, plata líquida, es unidad y corpúsculos con un sólo movimiento de escisión. Así el poema da versos que se lanzan como balas liquefactas y sinuosas. Así también el cuerpo de la amante se desprende de su parte desde el todo y pare.El poeta es rey que se despoja del armamento fiero para asumir una cierta pérdida y abdicar. Llega el relevo de la sangre a través de la sangre y no es nada en lo que edipicar ni con lo que electrizarse. Sólo asume la curiosidad de los límites: la piel de la madre es ahora la piel de la hija y la piel de los ojos y el vértigo y la sinestesia. El rugido y el fragor son substituídos por un silencio rogado porque, entrelazado con W.B.Yeats los poetas