Lúcido ensayo humanista sobre la docencia universitaria en el tiempo que vivimos. El autor apunta, no sin toques de humor y fina autoironía, que el fracaso en las aulas universitarias (p. ej. la deserción) se debe más bien a la miopía o soberbia del profesorado sin vocación docente, cuyos efectos nefastos se incrementan si a esto sumamos la ausencia de vocación de servicio, que debería ser escalón basilar de toda vocación docente. En este libro, el autor expone sus puntos de vista acerca de la docencia universitaria, basados en su experiencia docente en tres continentes: Sudamérica (Argentina), Europa (España) y Asia (Japón). Partiendo de la premisa de que un profesor funcionario del Estado es un servidor público, desarrolla el texto basándose en el hecho de que siempre debe existir una estrecha y cercana comunicación entre profesor y estudiantes. Una labor docente satisfactoria se sostiene sobre una sincera vocación de servicio, además de las competencias intelectuales del profesor.