Las rocas que describe Encarni son enormes, pesadas y poderosas. Tanto, que no sucumben al dolor del alma cuando ama y deja de amar. Son la ataraxia anhelada donde ni se sufren ni se padecen los avatares del amor. Ella quiere ser roca y es solo espuma en el mar y la pompa de jabón que un niño trata de coger antes de que se funda. Este poemario describe, además, los estados más extremos del alma: la infancia, el amor, la locura y la muerte. En palabras de la propia autora: «Poesía intimista que, como toda poesía, es una hipérbole del sentimiento, el relato de vivencias naturales desde la palabra elevada, que les confiere magnitud poética.»