La tradición de la modernidad puede considerarse también bajo el signo de la negatividad. Tanto la insistencia en conceptos de privación, diferencia y ausencia que caracterizan ciertos debates filosóficos de la segunda mitad del siglo XX, así como las figuras herméticas privilegiadas desde la lírica del simbolismo y las vanguardias imponen una ruptura de la mirada habitual y ven la poesía como ejercicio de riesgo.