No nos angustia tanto la muerte como la vida. Si la primera introduce al humano en el mundo del erotismo y devenir temporal, su rechazo hará de la segunda una vida vac¡a, fuera del tiempo y el gusto de la experiencia. El resultado: una muerte en vida. En otros términos, de la pretensión de una vida eterna, solo resulta una muerte constante. As¡, el cansancio de la vida, al que solo se llega haciendo sin estar en lo que se hace, se apoderó del hombre moderno, que sufre de no poder sufrir. La muerte fue reducida a ser a aquello que se lleva la vida, ignorándose que es, en última instancia, la que nos lleva hacia ella. 10