Para que el mundo sea de los lobos es un insulto a la esperanza. Ahonda en las raíces del dolor hasta convertirlo en un personaje sin nombre acosado por las dudas. No es una novela al uso, es poética a la vez que panfl etaria, su prosa se difumina y es cruel hasta sus últimas consecuencias. Es una luz al fi nal del túnel que resulta ser cegadora, es una broma macabra, pero sobre todo, es el reflejo perfecto de todos y cada uno de nuestros miedos. Para que el mundo sea de los lobos es un monstruo. Solo queda saber si, en realidad,todos los somos.