Rusia salió de la Primera Guerra Mundial ajena a los adelantos tecnológicos que se habían producido en el frente occidental. Sin embargo, tras su guerra civil, la adopción de los planes quinquenales en materia económica y las experiencias germano-soviéticas del Tratado de Rapallo permitirán a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas transformarse en la principal potencia acorazada del planeta. Diversos teóricos, entre los que destaca Mijail Tujachevsky, concebiran una doctrina operacional propia que, vulgarmente, será conocida como doctrina de la batalla profunda. La organización de su ejército, buscando la integración de todas sus armas, será pionera. La década de los treinta verá, incluso, la creación y el uso de unidades paracaidistas a la busca del desbordamiento vertical.