Siempre caro me fue este yermo cerro y este seto, que priva a la mirada de tanto espacio del último horizonte. Mas, sentado y contemplando, interminables espacios más allá de aquellos, y sobrehumanos silencios, y una quietud hondísima en mi mente imagino. Tanta, que casi el corazón se estremece. Y como oigo el viento susurrar en la espesura, voy comparando ese infinito silencio con esta voz. Y me acuerdo de lo eterno, y de las estaciones muertas, y de la presente y viva, y de su música. Así que, entre esta inmensidad, mi pensamiento anego, y naufragar me es dulce en este mar. ´El infinito´