Ciudad santa para las tres principales religiones monoteístas, en las viejas callejuelas de la ciudad vieja de Jerusalén se percibirá fácilmente, se sea o no devoto, la especial energía que desprende esta ciudad incomparable. Tanto el peregrino católico como el viajero curioso se asombrarán ante el Santo Sepulcro, el Muro de las Lamentaciones y la mezquita de la Cúpula de la Roca, recorrerán la Vía Dolorosa ?camino seguido por Jesucristo hasta la cru- cifixión-?, y se perderán por las callejuelas de los ancestrales barrios de Jerusalén: el musulmán, el judío, el católico y el armenio. La ruta por Tierra Santa conducirá después a la ocupada Cisjordania: Belén, con la magnífica basílica de la Natividad, la explosiva y apasionante Hebrón y el histórico oasis de Jericó serán las principales visitas. Ningún viajero dejará pasar la oportunidad de darse un pringoso chapuzón en el bíblico mar Muerto. Y al norte de la ciudad santa esperan la Baja Galilea y su lago Tiberíades, escenario de la vida de Jesús, y las costeras poblaciones de Haifa y Acre, que completan el periplo por estas tierras tan convulsas como fascinantes.