Los dos autores coinciden en tres tipos predominantes en Filipinas: la criolla española, la mestiza y la indígena, que ambos caracterizan en sus diversos aspectos. Barrantes señala muy expresivamente: "El español es fuego, la filipina agua... agua mata fuego". A su vez "la mayor ilusión de la mujer filipina" es casarse (...) con un castila [como llamaban a los españoles fueran o no de Castilla], "para aristocratizarse, como aquí [en España, a la altura de 1880] las hijas de los banqueros se casan con nobles arruinados"(...). La mestiza "desde el primer momento impone su superioridad, por el aspecto distinguido, por la regularidad de sus facciones, por sus ojos hermosos y penetrantes, y muy particularmente por la blancura relativa de su finísima tez, de un mate ebúrneo y transparente, por sus redondas y pulidas manos, donde se ve circular una sangre activa y azulada, y por la brevedad de sus pies, verdaderamente diminutos". Por su parte, Josefa Estévez describe a la criolla con estas interesantes observaciones: "Su voz es suave y su acento es mimoso y acariciador. Habla con lentitud, y tendida mas bien que s