La aparición en el siglo XXI del nuevo concepto pedagógico de competencias ha supuesto un nuevo reto en el ámbito educativo. Las competencias educativas se utilizaron para definir un modelo de ciudadanía, un modelo de comportamiento y un modelo de sociedad. No cabe duda del potencial que tiene la aplicación de estas competencias para mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje de las diferentes materias curriculares. Sin embargo, es necesario un proceso de adaptación de estas competencias a la epistemología de cada una de las áreas de conocimiento. Ser competente implica saber interpretar el medio en el que el discente interactúa, saber proponer alternativas, ser capaz de argumentar y tener conocimientos sobre cómo es y cómo funciona la sociedad y cómo se han ido generando y modificando las relaciones humanas a lo largo del tiempo. A través de los capítulos propuestos en este libro se aborda la adaptación de las competencias educativas a la educación histórica. Así, los trabajos profundizan en el uso de las nuevas tecnologías, la competencia lingüística y la argumentación, la competencia en expresiones culturales y el pensamiento crítico o las competencias sociales y cívicas. Además, abordan el trabajo en competencias a través de temas clave: la formación del profesorado, el uso de materiales y recursos en el aula (exámenes y libros de texto), y un necesario cambio metodológico en los enfoques de enseñanza y aprendizaje.