Espontaneidad, pasión y emoción son palabras que definen la literatura de Isabel Domínguez Sánchez. Una grulla en mi taza de té, su tercera obra, nace de un impulso y de una necesidad: de la necesidad de comunicar y del impulso de reafirmarse en lo que nos comunica. En sus páginas, espiritualidad y exaltación se abrazan para conformar una unión armónica, llena de vibraciones, contrastes y sutilezas. ¿Por qué la grulla?, por su belleza y elegancia, por sus alusiones simbólicas a la lealtad y la fidelidad, con las que tanto se identifica la autora. ¿Por qué una taza de té? Porque estas piezas literarias han sido escritas para ser degustadas lentamente, sorbo a sorbo, con el fin de propiciar el encuentro más feliz posible, que no es otro sino el encuentro con uno mismo, en ese anhelado estado solitario de tranquilidad, indagación y libertad. Este pequeño tesoro, tan variado en sus géneros y en sus formas integra relatos, prosa poética, poesía e, incluso, imágenes plásticas (acuarelas) , ha emergido desde el fondo del alma de una escritora que experimenta, indaga, se documenta, investiga, pero que, sobre todo, lucha para que el ímpetu y el entusiasmo por la vida que la invaden jamás desfallezcan.