Carlos el lector es un boliviano exiliado en Suecia, la que sería su segunda patria. Comparte escuela con niños indígenas en Parotani, que es también una estación ferroviaria donde llegan cartas a madres analfabetas, Carlos gana unos reales por leerlas gracias a su amistad con el correísta del lugar. Sus lecturas producen cambios en su vida. Del romanticismo a la revolución, de la revolución al desencanto. El exilo lo convierte en analfabeto hasta que aprende, ya adulto, otro idioma, lo que le conduce a otras lecturas. Se va tejiendo una historia personal con una hebra ensayística que hace que el libro sea especial. La lectura pasa a ser la protagonista principal. Es la narración de una vida común, pero, es también, la vida de un exiliado que busca su identidad a través de sus lecturas: «Leo porque no sé quién soy».