En la primavera de 1847, en pleno fervor romántico, hubo en Madrid un asunto del que no se podía hablar en público, aunque todos sospechaban algo y se sentían inquietos.¿Pero esto qué lo que es? se preguntaba la gente al enterarse de que el retraído rey consorte don Francisco de Asís, al poco de casarse, había dejado plantada en Palacio a su joven esposa, la reina Isabel, a quien se venía viendo acompañada de otro hombre, un apuesto personaje a veces vestido de militar de alta graduación.Los periódicos dejaron caer monda y lironda la noticia del traslado del rey al cazadero de El Pardo y empezaron a referirse veladamente al delicado tema como "la cuestión de Palacio", sin aclarar cuál era la tal cuestión, es decir de qué se trataba, pero dando a entender que allí había gato encerrado. Y algo más tarde dieron en mencionar un poder misterioso --"la influencia"--, quizá relacionado con "la cuestión", que regía desde la sombra los destinos del país. Hasta que se produjo un apagón informativo tras prohibirse a la prensa citar el asunto bajo amenaza de cierre inmediato, inapelable y definitivo.Entonces se dispararon los rumores de que España estaba al borde de una guerra civil que podría desembocar en un conflicto armado total entre Gran Bretaña y Francia, incendiando de paso Europa y medio mundo.De todo ello, y de su sorprendente desenlace antes de terminar el mismo año, se habla aquí, ahora que se puede;con cierta libertad literaria para que todo cuadre en un relato con sentido, que es de lo que se trata.