Si todos los individuos habíamos ya interiorizado la idea de que nuestro papel en la Tierra consistía en ser inmediatamente utilizables por el sistema productivo, nada tiene de asombroso, por lo tanto, que las modalidades de gobernanza contemporánea se vean transformadas por este proceso de domesticación general de lo viviente, dentro del cual los humanos y los no humanos se ven reunidos por su condición de materia prima.