No es posible educar la interioridad en este siglo sin comprender que somos parte de un mundo inmerso en un cosmos que nos sostiene. No podemos educar la interioridad sin estar vinculados a las personas que nos rodean. La vida interior se identifica con la experiencia de unidad con todo y con todos. «...todo discernimiento ecológico permite una nueva visión de la espiritualidad y la ética».