Sin saber cómo, el director y autor teatral Paulo Barreiro se despierta una mañana convertido en un niño de diez u once años. Con una apariencia infantil y el bagaje de un hombre de 45, deberá sobrevivir como un menor huérfano. Treinta y dos dientes ofrece una narración llena de sorpresas, humor (negro) y homenajes literarios. Esta novela que desmitifica el mundo de la infancia resultó finalista del Premio Torrente Ballester en 2006.