El límite se presenta aquí como un verdadero punto de fuerza. A la arrogancia autodestructiva del universalismo librecambista y a la ubicuidad de sus invariantes culturales -la reducción a mercancía exportable de regímenes políticos, principios jurídicos, gestos, creencias, imaginarios- Latouche contrapone la eco-compatibilidad, las soberanías circunscriptas, las identidades plurales, los vínculos que crean sociedades. Ponerse límites es el gesto que distingue a la civilización de la barbarie.