La Europa del siglo XVII, profundamente escindida nacional y religiosamente, encontró en la "filosofía" un fuerte impulso optimista que le hizo pretender vivir la instauración de una nueva era llena de luces, certezas y prosperidad, a tal punto que la idea de estar viviendo en "el mejor de los mundos posibles", donde "todo está bien", acabará ocupando un lugar central en la atención filosófica del siglo XVIII, sobre todo en Alemania, Francia e Inglaterra, dando lugar con ello a la llamada ôcontroversia sobre el optimismoö.