«Quien ascienda por el serpenteante camino de la Acrópolis de Atenas se sentirá embargado una y otra vez por el misterio de la edad clásica de Grecia. Pero si luego uno intenta penetrar en el detalle, la dicha puede trocarse de improviso en desconcierto. Cuántas cosas oscuras o difíciles de entender se precipitan sobre el que nació después: el muro sagrado de los pelasgos y el monumento del Erecteo, la virgen armada y la serpiente, centauros y monstruos de tres cuerposà Enigmas sobre enigmas. Y, sin embargo, esos dos elementos, lo extraño y primitivo y lo clásico, posiblemente guardan entre sí una relación necesaria». Walter Burkert