A lo largo de las últimas cuatro décadas, la poesía de Charles Simic se ha ganado la atención y el afecto de los lectores por la originalidad de sus imágenes, su humor negro y su atmósfera entre siniestra y extravagante, que es a la vez un homenaje a la Europa de entreguerras y una recreación lúdica de la Norteamérica de su juventud. Mi séquito silencioso, publicado originalmente en 2005, ahonda en las constantes de su obra anterior (El mundo no se acaba, Hotel insomnio) para pasearnos por sus escenarios favoritos -andenes desiertos, el porche de una granja, una tienda de ropa de segunda mano, un hotel a medianoche- y hablarnos de los sueños y la memoria, del vacío de Dios y los disfraces del asombro, y del esfuerzo por llevar una vida consciente entre una multitud de presencias reales e imaginarias.