La casa del mago Van Dongen estaba en el lugar más oscuro de un río que solo despejaba su espesa niebla un par de días de verano. Van Dongen, armado con su libro de magia, dio vida a la casa para que se trasladara a un lugar más soleado. Todo estaba bien calculado y medido. Todo, menos que la casa se le escapara y saliera corriendo por los campos.