Fernán González, enfrascado en sus pensamientos, se preguntaba por qué le seguían sus hombres. Los más veteranos lo habían secundado en mil batallas y durante años habían acudido a su llamada para defenderse de las aceifas casi cada verano. Lo habían acompañado en incursiones contra los musulmanes para expandir el territorio castellano al sur del Duero, en un juego constante de avances y repliegues a costa de la muerte de muchos compañeros.Habían visto al conde victorioso en Simancas y humillado por el rey de León. Y pese a tantas vicisitudes, pese a tantos altos y bajos, los foramontanos seguían confiando en él. Las gentes de la belicosa Castilla le guardaban una lealtad inquebrantable. Y él no se engañaba: era por eso por lo que el rey Ramiro le quería a su lado. «Tiene miedo de que Castilla se rebele».Esta es la novela de Fernán González, el conde de las manos fuertes, el hombre que forjó Castilla en el siglo X.