Si lo comparamos con los siglos que los seres humanos llevan tratando de comunicarse en otras lenguas, cincuenta años no es demasiado tiempo. Sin embargo, en las últimas décadas, el proceso de enseñanza y aprendizaje de idiomas ha sufrido un cambio copernicano. Este cambio está en consonancia con el aumento de la movilidad internacional y con las sociedades más multiculturales que habitamos. Si en los años 60 del pasado siglo, el paradigma de aprendizaje lingüístico suponía la imitación de un ´utópico´ hablante nativo, hoy en día propiciar la comunicación entre personas con bagajes culturales diferentes debe ser el fin del docente de lenguas extranjeras. Los filtros culturales de los participantes juegan un papel fundamental. Sin embargo, a la hora de enseñar una lengua y considerando la necesidad de incorporar el hecho cultural, la pregunta que plantean numerosos estudios académicos y que ronda la mente del docente es: ¿la cultura de quién?