Difícilmente encontraríamos otra civilización o período de la historia tan ampliamente reconocible por el público general como el Antiguo Egipto. Sin embargo, la inmensa popularidad de sus creaciones más icónicas no suele corresponderse con un conocimiento equivalente de las gentes que las alumbraron;cuestiones como la de quiénes fueron los antiguos egipcios, cómo vivían o cuál fue su historia, están cubiertas por una densa neblina para la mayoría de nosotros. La situación se agrava si nos desplazamos a las vecinas tierras de Mesopotamia, en las que, durante el mismo período, florecieron civilizaciones como la sumeria, la acadia, la babilonia o la asiria;nombres de pueblos que, en el mejor de los casos, constituyen un lejano recuerdo de nuestros no menos lejanos tiempos de escuela. No se trata de una laguna menor, pues significa perderse uno de los acontecimientos más fascinantes que quepa imaginar: el tránsito de la humanidad hacia la historia.