El crecimiento de la cultura, la evolución de las artes y en definitiva el desarrollo y transformación de las sociedades no podría explicarse obviando los contactos, las relaciones entre ámbitos diferentes, en suma, sin la presencia de comunicaciones. Caminos, canales fluviales, vías, rutas comerciales, tanto marítimas como terrestres, o acercamientos de otro tipo, pues no siempre han de estar definidos por materialidades con huella en el paisaje, funcionaron y funcionan como verdaderos motores de expansión cultural y sincretismo en todas sus manifestaciones. Fueron y continúan siendo, salvando distancias cronológicas, ejes vertebrales de avance de lo que podríamos definir como los cimientos de la apertura global al permitir la contraposición de modelos y la disolución de unos en otros, hasta conformar nuevos marcos para la historia.