Jacques Vaché (1895-1919), "el dandy de las trincheras", no dejó tras su breve paso por el mundo más que unos cuantos relatos, poemas, cartas y dibujos. Recuperado para la posteridad por André Breton (destinatario de sus célebres Cartas de guerra y rendido admirador suyo), su espíritu rompedor, irreductible y descreído, así como su atractiva personalidad, le han asegurado un lugar de honor en la historia de las vanguardias y, más recientemente, su reivindicación como insigne bartleby de la literatura por parte de autores como Enrique Vila-Matas o Jean Yves Jouannais.