El Diálogo del diamante y el Diálogo del corazón (ca. siglos ii-v) constituyen las fuentes literarias más importantes para comprender la enseñanza de Buda. Ambas obras traducidas por primera vez a nuestra lengua directamente del sánscrito, en la excelente versión de Luis Ó. Gómez, revisada por Juan Arnau han ejercido una enorme influencia tanto en la tradición taoísta como en el budismo zen, una corriente de pensamiento que ha seducido a filósofos occidentales como Schopenhauer, Nietzsche, Wittgenstein, Emerson o Whitehead. En el Diálogo del diamante, el Buda explica a su discípulo Subhti la naturaleza de lo real y el camino del bodhisattva, es decir, de aquel que se propone alcanzar el despertar con el fin de rescatar del sufrimiento a todos los seres. Para ello ha de practicar la generosidad sin aferrarse al fruto de sus acciones, una forma de vida que conduce a la emancipación definitiva de la ignorancia. El Diálogo del corazón contiene uno de los pasajes más célebres de la literatura budista: «La forma es el vacío, el vacío es la forma», que condensa la enseñanza fundamental del mahyna, doctrina según la cual todos los fenómenos, todas las personas y todas las cosas son vacíos.