Los Ars moriendi o «manuales de la buena muerte», compendios de la tradición cristiana surgidos a principios del siglo XV, fomentaban en el moribundo una actitud valiente, pacífica y positiva ante el instante de la agonía, por lo común enfrentado con dosis similares de miedo e incomprensión. Así, con la ayuda de los ángeles y los santos, invocados por las oraciones de sus acompañantes, aquel debía hacer frente a las tentaciones de los demonios a fin de salvar su alma en los momentos de debilidad. Haciendo un guiño irónico a esos textos de origen medieval, Onfray retoma su singular estructura y construye con ella un libro personalísimo en el que se amalgaman insospechadas anécdotas, recuerdos personales, apuntes y aforismos de extraordinaria viveza. Pulsando temas diversos (arte, filosofía, literatura, música, urbanismo) en una libre disposición de fragmentos colmados de obsesiones y confidencias íntimas, Onfray pone al lector ante el abismo de sus propios juicios, invitándole a proyectarse con desenfado en una de las grandes experiencias humanas hasta lograr que lo mórbido, lo macabro y lo patológico vayan desdibujándose bajo una leve sonrisa.