Cuando se tienen quince años hay tendencia cósmica al absoluto, cada desvelamiento nos convierte en testimonio del universo y, como los árboles que tienen en su nombre la memoria de un mito, el desasosiego y la incertidumbre propia de tal edad se enredan sutiles, a nuestro alrededor, con algo semejante a palabras protectoras que nos guían como el hilo poético de Ariadna. Un día lejano habríamos de entender que a eso se refiere María Zambrano cuando dice que la filosofía busca y la poesía encuentra. Desvelamiento: unas imágenes se solapan con otras y las reflexiones dependen unas de las otras;entre mis recuerdos, hay una fotografía que nunca se hizo y, sin embargo, su escritura de luz alumbra este momento en el que escribo tratando de preludiar la proximidad simbólica entre Miguel Hernández, Juan de la Cruz y María Zambrano. El tiempo, los sueños y el tiempo En el mes de junio de 2021, se me invitó a impartir en Linares una conferencia en torno a los vínculos de amistad y sueños entre Miguel Hernández y María Zambrano. Se escribe porque se espera Una espera de celebración como ese amor que Platón, dándole la palabra a su maestro Sócrates, considerase el más antiguo de los dioses pues impulsa hacia el saber, nuestro lugar natural que, paradójicamente, irá apareciendo en el resplandor de nuestra propia búsqueda. Un buscar que, por serlo enamorado, también es un encuentro. Filosofía y Poesía. María Zambrano y Miguel Hernández, en Linares, aquel junio de 2021. Resonaba ya entonces, entre el público cómplice, el ochenta aniversario del fallecimiento del poeta. Se me invitó a conmemorarlo, en Úbeda, al año siguiente, de la mano maestra e inspiradora de Juan de la Cruz. Así pues, en mayo de 2022, apenas un año después del encuentro en Linares, el machadiano tren que atraviesa el paisaje del tiempo me dejaba en la estación con los ojos llenos de amapolas y olivos cantando tarantas mineras de Linares en mi corazón.