En 1948, setecientos mil palestinos se vieron obligados a abandonar sus hogares a causa de la primera guerra árabe-israelí. Más de setenta años después, la mayoría de sus viviendas han desaparecido, pero millones de sus descendientes siguen inscritos como refugiados, y muchos de ellos viven en campos de refugiados. Continúan sin echar raíces y demandan su asentamiento en el Estado de Israel basándose en su «derecho de retorno»: este es el mayor obstáculo para una paz duradera en la región. Adi Schwartz y Einat Wilf revelan los orígenes de esa idea, argumentan que carece de base jurídica o moral y hacen un llamamiento para que Estados Unidos, la ONU y la UE así lo reconozcan, por el bien tanto de los israelíes como de los palestinos.