No era cristiana, ni tenía vinculación religiosa alguna, pero conoció a un compatriota judío, Julius Spier, quien la despertó a leer la Biblia y a descubrir a Dios, Esther Hillesum, Etty, realizó un recorrido espiritual meteórico entre 1941 y 1943, en situaciones límites, plasmado en diarios y cartas, pues estuvo internada en el campo de concentración nazi de Westerbork y moriría en el de Auschwitz . En uno y otro volcó su interioridad espiritual atendiendo a las personas con las que coincidía, que la llevó a decir: "Será preciso que alguien sobreviva para atestiguar que Dios estaba vivo incluso en un tiempo como el nuestro. ¿Y por qué no iba a ser yo ese testigo?"