Si ya no estás aqu¡, ¿qué hago yo sentada en tu tejado? es el dilatado y matizad¡simo monólogo de una voz doliente que dirige su discurso a un mismo y silencioso destinatario. Esa insistencia es muy reveladora de la enormidad e intensidad de un amor rico en sensaciones, atravesado por frecuent¡simos besos, con una piel omnipresente, con olores y bocas. Es el presente del amor perdido, frente al recuerdo o el insomnio, en una misma cama. (J. Ignacio Diez)