A pesar de que uno de los criterios fundamentales para poder decir que nos hallamos ante un caso de dislexia es el hecho de tener dificultades en la lectoescritura, son múltiples y diferentes las funciones cognitivas que, de una u otra forma, también se ven afectadas. Así, es muy probable que nos encontremos con dificultades en la percepción espacial y la lateralidad, en el esquema corporal o en las funciones ejecutivas, por no hablar del cálculo, la atención y la memoria.Esta percepción del déficit, a menudo ocasiona en la persona serias dificultades a nivel de autoestima y de percepción de autoeficacia. Como consecuencia, es frecuente que se presenten estados de frustración, nerviosismo, enfado, miedo, tristeza, soledad o indefensión y conflictos a la hora de saber cómo manejar y gestionar estas emociones tan intensas y que provocan tanto malestar.Centrarnos solo en lo intelectual y olvidarnos de lo emocional, nos impide tener en cuenta la totalidad de la persona y es probable que la eficacia de la intervención cognitiva se vea reducida e incluso boqueada en algunas ocasiones. Para reforzar la adquisición de un conocimiento, es necesario prestar atención, y, ¿quién es capaz de concentrarse en una tarea mientras en su cabeza revolotea el pensamiento de no sirvo para nada o soy un fracaso?Esta Guía de Dislexia está específicamente dirigida a la etapa de Primaria, aproximadamente entre los 8 y los 11 años, y a personas de mayor edad cuyas capacidades intelectuales se ajusten a este nivel. El material incluye un apartado de propuestas y recomendaciones útiles a la hora de acompañar en el proceso de desarrollo integral de la persona con dislexia, así como múltiples actividades y fichas de trabajo cuyo objetivo es favorecer la adquisición y el refuerzo de la lectoescritura y la estimulación cognitiva de las funciones relacionadas. 10