Esta obra colectiva representa una defensa convencida y sólida del derecho humano y constitucional a la libertad de expresión, tanto desde la perspectiva de su legítimo espacio en el debate público, como desde la crítica a las amenazas que la limitan. Por un lado, la Constitución española consagra una amplia libertad de expresión cuya eficacia debe proyectarse sobre cualquier limitación penal de la misma. No es superfluo en la actualidad recordar y reforzar el contenido constitucionalmente legítimo de la libertad de expresión. Esta obra examina los delitos de odio y delitos de opinión -discurso de odio y contra los sentimientos religiosos, enaltecimiento del terrorismo, injurias a la Corona-, que asfixian la libertad de expresión. Quienes se acerquen a su lectura podrán encontrar aquí propuestas legislativas y de interpretación jurisprudencial para circunscribir los delitos señalados a los límites constitucionalmente admisibles. Por otro, las redes sociales parecieron, en principio, el paraíso de la libertad de expresión. Sin embargo, algunos Gobiernos y empresas han estrangulado los espacios virtuales de expresión. Hay Gobiernos autocráticos y democracias iliberales que vacían de contenido las libertades expresivas en las redes -persecución de noticias ôsospechosasö, fake news-. Al mismo tiempo, las grandes corporaciones imponen restricciones inaceptables para un entorno abierto de ejercicio de las libertades informativas -bloqueo de cuentas, denuncias que amordazan a los periodistas, ôslappsö-. Esta obra colectiva examina las amenazas sobre la libertad de expresión que se ejercen a través de las redes. Hay que defender la libertad de expresión. No hay derecho absoluto, pero esta liberad fundante de un Estado democrático de Derecho merece respirar. Sin asedios.