Futuro perfecto es un texto de esos que lo dice todo con muy poco. Una narración de placeres cotidianos, recuerdos vivos y misterios familiares quizá sobredimensionados por el paso del tiempo. La concatenación de escenas —pinceladas de ejecución pulcra sobre un lienzo que las asume sin estridencias— invita al lector a fluir entre el pasado y el presente de una pareja de dinks (double income, no kids), concepto sociológico finisecular que define arquetípicamente a tantas familias compuestas por dos profesionales sin hijos, que disfrutan de la cultura sin dejar de ceder, en mayor o menor medida, a los instintos más primarios que están, claro, en la base de todo. Y es que la decadencia es tan inevitable como la verdadera sabiduría porque, al final se escucha música, se recuerda y dejas que la tensión del silencio te haga un agujero en el alma. Agus Safón