En la liga de los mejores cuentistas argentinos, Fontanarrosa compite con gigantes. Pongamos que Jorge Luis Borges encabeza la clasificación. Julio Cortázar va segundo, a poca distancia. La tercera plaza, creo, solo puede ser para Roberto Fontanarrosa, a veces infravalorado por dos de sus virtudes: el humor y el lenguaje. Hacía reír y escribía en la lengua que hablan los argentinos, con sus pibes, sus minas, su laburo, sus cosas truchas y sus pelotudeces. Si quieren saber la literatura que se puede hacer con el fútbol, y disfrutar mucho de paso, paladeen cada frase de este libro. Del prólogo de ENRIC GONZÁLEZ