Belgrado es una ciudad en constante movimiento, donde la vida discurre tumultuosa como el agua de sus dos ríos. La indescifrable alquimia de Oriente y Occidente y la vitalidad balcánica alternando con el místico silencio de los monasterios serán el recuerdo más intenso de un viaje inolvidable a la sorprendente Serbia, donde además el viajero podrá recorrer fuertes, yacimientos arqueológicos y paisajes naturales vírgenes por el Danubio oriental, disfrutar de la combinación de ate y espiritualidad en los monasterios de Fruka Gora o viajar al pasado más profundo del país entre los monasterios del valle de Ibar.