La magia de Provenza reside en su variedad. En un solo día se pueden vivir las experiencias de unas vacaciones completas: desayunar en la playa, dedicar la mañana a explorar el casco antiguo de Niza, almorzar en un auberge rural, pasear por las montañas por la tarde y visitar unos viñedos, un pastis a última hora, una partida de petanca y, finalmente, una inolvidable puesta de sol con los Alpes de fondo.