El síndrome de Lisboa transcurre en un futuro próximo o un presente alternativo. El colapso de las comunicaciones y el fallo generalizado de la tecnología hacen que los rumores en torno a lo ocurrido al otro lado del mundo sean desalentadores y angustiantes. La información (fragmentaria, contradictoria, especulativa) aventura hipótesis abyectas. La primera noticia verificada es que ocurrió un cataclismo. Días más tarde, se confirma lo imposible: la capital de Portugal ha sido devastada. Las noticias sobre la tragedia refuerzan el desasosiego de una Venezuela arruinada y envilecida por el militarismo. En medio del marasmo, la depresión colectiva, la falta de información y el temor (legítimo) ante un inminente apocalipsis, un profesor de educación media trata de mantener el interés de sus estudiantes por las artes, la vida y la libertad. El síndrome de Lisboa es una metáfora sobre la destrucción del mundo, el contraste entre la desaparición física de un país y el hundimiento moral de otro. La novela es la épica fallida (pero incansable) de los estudiantes venezolanos asfixiados por la tiranía y un diálogo romántico con la literatura portuguesa, a través de la figura melancólica y entrañable del viejo Moreira.